lunes, 28 de septiembre de 2009

Lie to me

- No tienes idea de lo hermosa que eres-, me dice, mientras acaricia mi rostro con suavidad. Lo observó con un poco de recelo: mi cabello enmarañado, mis gestos torpes y mi piel en absoluto tersa y suave, respaldan mi desconfianza.

Pero a él nada de eso parece importarle. Sigue acariciándome la cara y diciendo palabras bellísimas. Pone mi mano en su corazón para que note cómo se ha acelerado. Y luego me da mi primer beso. Él, al contrario, ha besado a muchas. Aún no entiendo que significo en su vida.
Nuestras citas son secretas. En el colegio jugamos a ignorarnos. Podemos pasar uno al lado del otro y actuamos como si apenas nos conociéramos. De vez en cuando él pone una nota en mi bolsillo: “Ven esta tarde a mi casa”. Durante las clases no puedo pensar en otra cosa. Su mensaje revolotea en mi cabeza. Dudo que a él le suceda lo mismo, así como dudo que se cuestione esta extraña relación. Debe parecerle algo común… Pero para mí es algo completamente nuevo.

¿En qué momento pudo atraerme alguien así? Él se mueve con rebaño y yo camino en la dirección contraria. Pero sigo viéndole. Sigo acudiendo como una tonta a su casa y él sigue recibiéndome, como si aquel proceso es al que está acostumbrado. Talvez apenas si le interese. Lo único que entiendo es que, por fin, le he llamado la atención a un chico y debería aprovechar. O al menos eso dice una parte de mí. La otra parte, esa sentimental, no soporta aparecerse en la casa de aquel muchacho. Lo peor de todo, es que tengo bien claro porque: esa parte de mí reconoce el muchacho no está interesado en mí. No como yo en él. Y comprende que esto es parte de un juego banal... pero oculto ese conocimiento. Los breves momentos de felicidad parecen suficientes.

2 Comments:

  1. Alex said...
    Excelente. A la vez, tan hermoso y tan triste: darse cuenta por primera vez de esas fracturas que te aproblemarán por siempre entre la pasión y el amor, el interés y la entrega, lo que te piden el cuerpo y la vanidad frente a lo que te exige el alma. Creo que todos hemos vivido algo similar, pero a todos después se nos olvida o le quitamos importancia cuando empezamos a "movernos con el rebaño".
    anónima said...
    qué pena. cuantos años tenias, si pasó de veras? dan ganas de darte un abrazo. pobrecita.

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