domingo, 27 de septiembre de 2009
Esta mañana me levanté y lo primero que hice fue pesarme. Después del atracón de anoche estaba segura que había aumentado de peso. Efectivamente, la pesa marcaba ¡2 kilos más! Ayuné toda la semana, pero anoche no lo soporté; fui débil. Lo peor es que mi madre insiste con decirme que estoy demasiado delgada… Demasiado delgada… No existe tal cosa. Jamás se puede estar muy delgada.
Cuando llegué al colegio, tomé la colación que preparó mamá y la arrojé a la basura. No estoy dispuesta a seguir engordando. Quiero ser una princesa no importa lo que haga falta. Si muero en el intento, al menos no será en vano.
De todas formas, cuando las personas conversan sobre ana o mia parecen no entender: para ellos una muchacha dispuesta a morir de hambre por adelgazar está enferma. Pero ¿no es esto lo que quieren? En los comerciales sólo veo a chicas perfectas, esculturales. Los hombres sólo las miran a ellas… Y yo me encuentro excluida de todo eso. Entonces, ¿por qué no entienden que lo que quiero es encajar? Quiero ser como ellas, quiero que me persigan los chicos… ¡Quiero ser hermosa: una princesa! Y así nadie volverá a rechazarme.
Por supuesto esta no es mi vida. No sufro de trastornos alimenticios. Sin embargo, sí soy capaz de ponerme en el lugar de estas chicas. Si escribí esto, es porque pienso que todos somos culpables en algún grado de su enfermedad. Asimismo, la cura está en nuestras manos. Piénsalo antes de llamar “gorda” a una muchacha y antes de juzgar a cualquiera por su físico. Al final de cuentas “lo esencial es invisible a los ojos”, ¿no? ¿O esta es otra frase bonita que usamos sólo cuando nos conviene?
La foto pertenece a Alexandra86, usuaria de DeavianArt: http://alexandra86.deviantart.com/art/Sometimes-I-pray-for-bones-45427812
Y bueno, gracias por tus comentarios.
¡Saludos!